viernes, 7 de julio de 2017

Semana 1

En una noche tranquila en la cápital, donde no se escucha el tránsito y la gente está en sus hogares descansando tras la larga jornada laboral. Yo me encontraba en medio de la obscuridad de mi apartamento, mirando al techo mientras el frio corría con mi cuerpo, intentando calmar el llano que no dejaba de fluir por mis ojos. Es imposible pensar que estaría bien algún momento de mi vida. En medio de la noche mi mente intentaba sostenerse mientras mi corazón desaparecía en la angustia que había provocado, todo mi cuerpo reaccionada con gran dolor pues había sacado de mi vida a la persona que más amo y tal vez la única que amaré.
Lo único que había solicitado de mi fue que nunca lo abandone, y exactamente había hecho eso. El recuerdo de la primera vez que lo vi comienza a borrarse y solo queda la mirada sínica y su sonrisa hiriente mientras discutíamos sobre un tema que inicialmente fue muy banal pero que desembocó en caos. ¿Era el mismo o era un impostor en su cuerpo?
Poco a poco el cansancio de apoderó de mi cuerpo e imágenes resplandecientes de los días que habíamos compartidos inundaban mi cabeza, su radiante y cálida sonrisa mientras sus ojos avellana me miraban lleno de amor, me sentía amada… muy amada, cuando de pronto regresaba a la realidad, las imágenes se desvanecían y yo estaba nuevamente sola en mi cama, llorando por lo que ocurrió.
Lo conocí en un cine, cuando acompañaba a mi mejor amigo a conquistar a una chica que jamás lo consideró como enamorado. El viento invernal y la víspera de navidad brindaban a aquella época un ambiente mágico y especial, en conjunto con su pálida piel, sus cabellos azabaches y sus brillantes y grandes ojos avellana enmarcados por unos lentes grises me dieron la sensación de estar en medio de una novela romántica. Su voz calmada y suave sumado a la forma en que posaba su mirada en mí me hacía estremecer, en ese instante mi mente pensó “lo encontraste, es él” y desde ese día decidí que lo amaría con todo mi ser.
Los meses solo confirmaron lo que tenía en mi cabeza, él era quien yo esperaba y con quien quería pasaría toda mi vida. Mas el destino juega sus cartas de manera extraña, a los 6 meses de enamorados se marchó a Estados Unidos. Sin embargo, logramos salir adelante, lastimados pero adelante. Sus presencia curaba cualquier malestar que había en mi ser… ese es el problema con las personas que se tornan tan importantes, con el tiempo se hacen poderosas y se van, solo se van…
Mi vida era feliz, yo era feliz, yo fui feliz por muchos años… hasta que todo comenzó a cargarse de angustia, no sé cómo comenzó pero quiero abandonarme en la melancolía de haberlo perdido. De haber fracasado como novia de él… quiero llorar y sucumbir en la tristeza por la eternidad y no volver a salir de ese amargo océano de penumbras. 

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